Siempre estamos llamando a la paz. Pensamos que haciendo un llamamiento al mundo, el mundo nos oirá y parará. Esta simple implicación no ve y no observa por tanto que la paz es algo interno. Procede de tu interior.
Si verdaderamente cada miembro de la especie humana, única en el planeta que se encuentra en estado de guerra y también la única que pide la paz; si cada miembro, absolutamente todos ellos, sin excepción, tuvieran una paz interior, una serenidad, una calma, una tranquilidad tan relajada y amable que pudieran gozarla y así mismo proporcionarla a sus semejantes, ¿qué necesidad habría de inquietarse o alterarse o tener angustiosos pensamientos que cambiasen ese estado de paz tan profundo?
La paz ya está presente en cada uno de nosotros pero por alguna extraña razón la decidimos romper, ocultar; y pusimos obstáculos para no verla y la perdimos de vista. Tanto parece que se alejó, que ahora pensamos, sólo pensamos, que hay que salir a buscarla y recuperarla para atesorarla y abrazarla y así nunca más perderla.
La tan merecida paz nunca te ha abandonado. La verás en tu interior pero ahí no buscas pues crees que nada hay en ese lugar tan oscuro al que no quieres ni mirar. Limpiar tus pensamientos que entorpecen llegar hasta ella, quitar las interferencias que evitan esa comunicación interior te permitirá escuchar el TIC TAC, TIC TAC, de tu corazón. Ese gran corazón bondadoso y amoroso que tanto has parecido perder, aún sigue latiendo esperando volver a ser reconocido.
Deja de buscar afuera lo que se te otorgó en tu nacimiento y recuperarás tu gran don pacífico, pues te repites y te repiten que has de pedírselo a los otros. ¡Si ya lo tienes!
Si expandes esta idea, crees en ella y pones la fe, pues la fe y la creencia viajan siempre juntas, el amor de la paz tiende su manto cálido sobre todo el planeta. Ese maravilloso planeta en el que la vida se expresa en amor a cada instante por todas partes.
Apresúrate diligentemente a gozar de esa paz y verás como todo a tu alrededor brilla y esa luz ilumina al mundo.
Gracias, gracias, gracias.
Yo soy uno.